Qué será que tiene esta ciudad que hipnotiza?
Para mí, tiene que ver con la juventud que se siente eterna, perdiendo la noción del tiempo.
La vida se ve más linda desde la bajada del avión.
La fiesta es infinita y la perpetuidad en sí misma se celebra.
Barcelona ha logrado convertirse en una de las ciudades de referencia mundial, en cuanto a su nivel cultural, deportivo y artístico.
Entre los monumentos que en ella se encuentran, se destacan seis construcciones Patrimonio de la Humanidad, siendo particularmente bellos y con una arquitectura desafiante e imponente. Además, se pueden recorrer barrios de diversos estilos. Mi favorito: El barrio Gótico.
Y es que Barcelona es así: vanguardista, cosmopolita, potente y a la vez delicada. Sabrosa e intrigante mezcla, que puedes percibir también en la gente que conoces en el viaje. Todos tienen algo de ese gustito...
De alguna manera lleva el alma Millenial en su sello; respetan y valoran sus tradiciones, cuidan y casi que veneran los lugares de la antigüedad que aún están en proceso de construcción, añoran y viven la libertad , se sienten únicos y especiales, y la ciudad se despierta cada día con el ánimo de comerse al mundo.
Estuve sola en Barcelona, pero realmente jamás me sentí así, porque el español (o catalán) está acostumbrado al turista, y por ende, están dispuestos a acogerte y mostrarte la ciudad, más aún teniendo en cuenta que la mayor parte de quienes la habitan son inmigrantes, o descendientes de los mismos, que simplemente se dejaron enamorar por esta ciudad .
Los bares están repletos de Millenials brindando con sangría en lo que pudiese llamarse "after office". La gente vive sin miedo, y es como si mucha energía se conjugase en el lugar.
Se sienten distintos al resto de España, y creo que lo son. No sólo en función de que el idioma más hablado es el catalán, que sus costumbres son distintas y sus ritmos de vida también se diferencian, sino porque además quieren serlo.
Quieren ser particularmente únicos.
Una de las paradas obvias de Barcelona es también el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, donde puedes deleitar la obra maestra de Gaudí e ícono de la arquitectura modernista de Cataluña. Es uno de los monumentos más visitados de Europa, y merece la pena, más aún si eres admirador de la construcción y el arte detrás de esto.
Está repleta de recovecos con simbolismos de historia Cristiana puestas en diversas partes la iglesia.
Como se sabe, continúa en construcción, y si bien se piensa que puede terminar de construirse en unos 10 años más, no sé si esto ocurra alguna vez; sería como quitarle una importante característica folclórica a esta obra maestra.
Recomiendo visitar el Camp Nou, incluso para personas como yo, que en lo particular ni siquiera entiendo mucho la logística de este deporte (creo que para los fanáticos del fútbol esta recomendación llega a ser innecesaria). Pero estar ahí es asombroso; resultó interesante descubrir que detrás de un equipo de fútbol existe toda una cultura, que en mi caso, desconocía por completo, y si bien, mi intención era más bien superficial al visitarlo (decir "yo estuve ahí"), una vez que me encontré dentro, y me preocupe básicamente de sacar las fotos correspondientes para incitar la envidia de mis amigos/familiares hombres, entendí que la fanaticada de éste deporte merece respeto, ya que existen ahí sentimientos genuinos de amor y en algunos casos incluso veneración a jugadores, o un plantel por completo.
Por la noche, la ciudad se viste de luces, sus calles invitan a festejar la vida, por ser vida, tal vez sin mucho más sentido que el más profundo de todos; ser feliz.
Extrañamente, Barcelona te cautiva con sus encantos y la sensación de libertad. Entiendo a todos aquellos que han vivido extenuantes peripecias para poder convertirse en un ciudadano más de la ciudad; rambla, sol, historia e infinita energía en quienes la habitan... quién no querría ser parte...
Extrañamente además, escribir esta entrada se volvió un ejercicio suave y sin presión por la prolijidad del resultado, como ha sido en otras donde soy particularmente exigente. Creo que esto tiene que ver con lo que Barcelona me genera y las sensaciones que evoca. Todo fluye de manera natural, como una danza calmada y genuina que te seduce y te invita a quedarte.