París, sinónimo de cultura, elegancia, alegría de vivir, libertad, romanticismo y champagne.
Tan sólo su nombre suscita fuertes emociones ligadas a una historia y cultura fascinantes; es el lugar donde gran parte de los eventos que son cimientos de nuestra sociedad actual ocurrieron.
La libertad guiando al pueblo- Eugène Delacroix, 1830.
Actualmente en museo de Louvre, París, Francia.
En sí misma es un ícono, como ciudad del mundo que se vincula rápidamente a una serie de calificativos que la hacen única, invitando al visitante a viajar en el tiempo por medio de la imaginación, facilitada por las maravillas vivas hechas monumentos.
La elegancia de quienes la habitan se huele en el ambiente, como si estuviese radicado en su ADN irremediablemente. Su forma de andar, de vestir y de moverse es reflejo de singularidad y cierta modesta soberbia de ser parisino, y tener claridad de cuál es el suelo se pisa diariamente y se comparte con el resto del mundo.
No deja de sorprender y hacerte sentir extrañamente anonadado el hecho de pisar los mismos lugares que personajes eminentes como Napoleón Bonaparte, o el polémico Luis XIV. O donde la frase Liberté, égalité, fraternité fue proclamada, con tantos mártires a su paso, para poder convertirse en base de la constitución política de todo país occidental, como conceptos claves de la defensa de la justicia y la democracia.
Eso ocurre en París. París es historia en sí misma, escrita en sus calles, rincones y recovecos, y eso... eso es inevitable no percibirlo en su esencia. Cada cuadra y esquina de París tiene algo para mostrar, algo que ofrecer, algo que venerar y donde el viajero debe darse un momento de silencio y respeto, por cada quien que pasó por ahí para hacer historia.
El Carrusel del Louvre, construido entre 1806 y 1808
El núcleo principal de París se encuentra en la Ile de la Cité, donde podemos encontrar la mítica Catedral de Notre Dame, que data desde el año 1163, año en que comienza su construcción (...cuánta historia ha visto ese lugar!).
Sus gárgolas, estatuas de los doce apóstoles y otras efigies le dan al monumento cierto ambiente misterioso y lúgubre, donde no sabes si te acercas más a la luz de lo divino o a cierto misterio de connotación religiosa y un poco morbosa, teniendo en cuenta las coronaciones y muertes que ha presenciado desde su construcción.
Para mí, Notre Dame, punto cero de la ciudad de París, se consagró como el monumento más maravilloso que he visto y mi favorito, dado que no sólo es majestuoso, sino que data desde la Edad Media como tal, pero tiene un historial de culto religioso desde los celtas, pasando por los romanos, para convertirse finalmente en una Catedral Católica.
Ha sido testigo de una serie de acontecimientos como la Revolución Francesa, la consagración de la gran heroína Juana de Arco, coronaciones de monarcas (y auto proclamaciones de "reinado", como en el caso de Napoleón) y de la vida de tantos en distintas épocas de la humanidad dentro la ciudad de las luces.
Esconde un misticismo único y fuera de lo común, rodeada de leyendas y de intenciones buenas y malas en su concepción.
Es distinta a cualquier otra "atracción" conocida, bella en su forma, de un diseño intrigante, tiene "sustancia" y eso le permite generar emociones, hablando por sí misma.
Vale la pena recorrer la maravillosa Champs-Élysées por completo, que data del siglo XV y guarda su aspecto de avenida de antaño, rodeada de pórticos de estilo renacentista y neoclásico.
De dos kilómetros de extensión, encontrándose en cada extremo, por un lado el Arco del Triunfo (Arc de Triomphe) y por el otro, la Plaza de la Concordia (Place de la Concorde). Esta larga avenida permite adentrarse y nutrirse de la elegancia e historia de la cultura de Francia.
Las tiendas de las marcas más prestigiosas y sofisticadas tienen sede en Champs-Élysées, sin embargo, no sólo es un importante y urbanizado lugar, sino que además está rodeada de vegetación, con árboles impetuosos bordeando ambas veredas.
Champs-Élysées comienza en cuanto se asoma imponente la Place de la Concorde, donde la historia cobra vida con sólo su nombre.
Es ahí donde miles de personas fueron ejecutadas, en la "época del terror", cuando el lugar aún era denominado "Plaza Luis XV" en función del pedestal del monarca, destruida posteriormente en la Revolución Francesa momento en que se dió muerte además a Luis XVI y María Antonieta, pasando a cambiar su nombre por "Plaza de la Revolución", y con ello ser el centro de reuniones durante la Revolución Francesa.
Finalmente, y dado el culmine de dicha época, pasa a llamarse por el nombre que conserva hasta la actualidad.
Luego de recorrer la avenida por completo, siendo testigo del lujo de sus vitrinas, todas con cierto aire de romanticismo francés, se deja ver el Arc de Triomphe , que es sin duda uno de los monumentos más significativos de París y otro escenario de importantes eventos históricos, como los desfiles de soldados, posterior a las dos grandes guerras mundiales. Dado que fue mandado a construir por Napoleón Bonaparte para conmemorar batallas ganadas, genera sin duda da una extraña sensación; te sientes uno de tantas figuras importantes y puedes percibir el orgullo que dejaron plasmado al pasar bajo el alero de sus sombras "los Grandes", que además son parte de la historia de la humanidad.
Desde el recorrido que se realiza por el río Sena se pueden observar cuantiosos e históricos monumentos, cúpulas, calles circundantes con vegetación típica, la torre Eiffel e impresionantes palacios. Es imprescindible hacer este viaje de navegación, ya que permite ver desde otra perspectiva todos los paisajes de París. Hay diferentes opciones, y si bien yo tomé el de noche con cena a bordo -que efectivamente es maravilloso, con comida exquisita y atención de primera- me parece que es igualmente importante hacerlo de día, para poder reconocer a plena luz cada uno de los detalles de la ciudad.
Eiffel desde cena a bordo en Río Sena.
En cuanto al famoso Museo de Louvre, siempre se encuentra repleto, por ende, recomiendo visitarlo temprano por la mañana a modo de poder deleitarse con las hermosas y emblemáticas obras de arte que ahí se encuentran, íconos culturales: "La Gioconda", el "Venus de Milo" o "Las Bodas de Caná" entre muchísimas.
Museo de Louvre. París
Otra de las cosas que definitivamente recomiendo en París es comer, pero sin ansiedad, sino deleitando cada sabor. Sus restaurantes presentan finísimos platos de singulares preparaciones, donde se observa la delicadeza de la France expresada en gastronomía.
Quesos en sus tipos más exóticos, entremezclados con sabores dulces a modo de dar gustos misceláneos al paladar.
Ratatouille, Coq au Vin y Caracoles, son algunos de los platos de fondos propios del país que igualmente vale la pena degustar.
Profiterole y Creme Brulee para terminar.
Otros imprescindibles de París:
- Espectáculo en el Moulin Rouge, te quita los prejuicios de lo que te imaginas de un "cabaret"; sin duda alguna tiene el nivel del Cirque du Soleil, en un lugar mítico e icónico.
- Cena en la Torre Eiffel. De categoría difícil de comparar, dentro de el monumento más preciado de París y de los más destacados a nivel mundial. Puede ser un poco caro, pero en función de lo anterior, realmente lo vale, como experiencia inolvidable.
Quise dejar lo mejor para el final....
Palacio de Versalles
Te permite soñar con haber sido parte de uno de esos personajes de la realeza de antaño.
Mis favoritos? Los jardines de Maria Antonieta, donde puedes recorrer en bicicleta cada uno de los pasillos de vegetación y flores, donde en alguna época anterior doncellas y condesas paseaban con sus maravillosos y retorcidos trajes.
Conviene definitivamente ir en verano, la época perfecta para ver la naturaleza florecida con recuerdos memorables.
Sobre su historia detrás... Imborrable y percibible en cada detalle.
Y, por supuesto, ella. La innegable elegancia hecha monumento...
Cómo dejar de mencionar a la glamorosa e icónica torre Eiffel, sinónimo de la modernidad de finales del siglo XIX, que tiene en la actualidad más de 125 años, ha visto pasar generaciones de enamorados de todos los rincones del mundo, proponiéndose como guardiana, y estandarte de ese concepto abstracto, manoseado e infinitamente difícil de definir, que es el amor.
París y su icónica torre los albergan y son sinónimos de él.
Qué es lo que le dio tal título?
No lo sé.
No fue construida para convertirse en algo así como un "símbolo del amor" en piezas de acero y hierro pudelado, pero la energía que los parisianos y viajeros enamorados le han atribuido y entregado, han hecho que estar bajo su alero huela a corazones y rosas.
Esta famosa edificación inspira, permite soñar y sorprende . Atrae los sentidos de manera permanente y en cada mirada.
(No por nada ha sido visitada por más de 250 millones de personas desde su construcción).
No tengo mucha descripción para ella, sino simple y abstractamente senaciones, que valen la pena ser vivenciadas.
Recomiendo sentarse a contemplarla en Champ de Mars, con un delicioso crêpe de nutella o dulce de leche, donde miles de personas se reúnen a compartir, parejas de enamorados crean recuerdos y asiáticos toman fotos en todas las poses posibles (como en todo lugar del mundo jejej).
Tiene una vista maravillosa e invita al relajo entre melodías francesas.
Para que mentir. París merece ser visitada en pareja, para poder deleitarse con sus maravillas con el que, en ese momento, sea el que creas "el amor de tu vida"; extrañamente en la ciudad se huele el romanticismo, y sus melodías invitan a sintonizarse en esa danza delicada y armoniosa.
París facilita el soñar bajo una esencia mística del amor.
Como mencioné en párrafos previos, ve a comer a la torre Eiffel, navega por el río Sena y déjate llevar por el aire parisino y los sueños de realeza, convirtiendo cada sensación en eterna.
Deja plasmado tu amor en uno de los candados del Puente de las Artes, con la esperanza de que se convierta en un "para siempre"...
Tal vez tu tengas mejor suerte que yo...