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Sobre el #8M y todas esas "feminazis"

Yo era de esas que criticaba el movimiento feminista que en mi país está tan en boga, así como en todo el mundo, con distintas intensidades, pero que al fin y al cabo, es tema a nivel mundial.

Observaba sus formas extremas de manifestarse y sentía que de alguna forma, transgredían demasiado, faltándole el respeto a valores conservadores e incluso a sí mismas, con sus agresivas e irreverentes formas de protestar.

Ya me encontraba fuera de Chile cuando se presentó aquella memorable manifestación en que miles de mujeres salieron a las calles a manifestarse y algunas de ellas vistieron "colas de caballos" (sí, sólo vistieron colas de caballos) frente a uno de los principales monumentos nacionales, deteniendo el tránsito y haciéndose notar a tal punto que durante ese día modificaron el ritmo de la ciudad.


Las llamaron nudistas, irrespetuosas, anárquicas e incluso putas.

Yo también las juzgué, por suerte no en palabra pero si en pensamiento.

Sin embargo recuerdo precisamente el momento en que le conté a una de las personas más importantes de mi vida y mi hermana del alma lo que en mi país había ocurrido (ella es Italiana y gran luchadora por la causa feminista) le mostré horrorizada las fotografías censuradas que aparecieron en los noticiarios chilenos para solventar así mis argumentos de que el feminismo era más bien una lucha sin sentido por derechos sin mucho fundamento.

Ella no sólo se sorprendió, sino que elogió las formas de manifestación de ellas, y me dió a entender dos cosas:

1. Esas chicas, con quienes yo no estaba de acuerdo, estaban luchando también por mi.

2. Si no se llega al extremo en cierto minuto, es difícil que más adelante se llegue al equilibrio-como en toda revolución-.

Hasta ese momento, y con todo lo que la quiero, seguía sin apoyar su argumento; mis formas “de lucha” ante los principios del respeto a los derechos de la mujer eran otros: no hablo mal de otras mujeres y mucho menos me refiero a otra bajo el simplismo de “puta”, cuido mi cuerpo y lo respeto, y no me gustan los discursos estereotipados de ningún tipo (tales como “las mujeres no son buenas conductoras”).

Todo ello anterior era mi discurso, comportamiento y paradigma “hasta que me pasó a mi”...

Si bien en Australia existe una política de respeto a todos en igualdad de derechos, y a diferencia de mi país las desigualdades no son tema y son más bien imperceptibles, hombres y mujeres siguen siendo dispares y si siento que a veces la mujer es percibida como un objeto (creo que eso no ha cambiado en ningún país, es un paradigma que se mantiene) y bueno... “a mi me pasó”, me sentí utilizada, me sentí tratada como un objeto...

Me encontraba -una vez más- en uno de mis trabajos casuales como anfitriona/modelo, donde obviamente eres objeto de miradas -y finalmente es parte de tu trabajo- y un hombre “del primer mundo”, “de país desarrollado” de la nada me agarra la cintura por atrás mientras caminaba y me intenta tocar. Todo esto en plena luz del día y por cierto, frente a todos sus amigos. Yo asustada le grité que me dejara tranquila y que era un imbécil. él dijo “I’m sorry, you're so beatiful”. La policía estaba a unos metros, les avisé y ellos le pidieron al hombre que se retirara del lugar.

(No voy a juzgar la labor policial, no tengo ganas y no es el objetivo de esta entrada).

Una vez que el shock inicial fue decayendo y el asco que sentía fue aumentando, mientras sentía sus manos permanentemente en mi cintura, todo empezó a tener sentido, y agradecí que existieran mujeres que protestaran, tal como me dijo mi amiga italiana “por mí y por todas, incluso las que las critican”.


En mi corazón no entendía los por qué... yo soy ser humano, igual que él... qué se cree que es?

Porque no por ser hombre tienes derecho sobre mí,

no te justifica el estar borracho,

no porque seas más fuerte,

no porque yo vista una falda te estoy provocando.

Creo que la gran mayoría de mujeres me va a entender, porque estoy segura que todas hemos sido violentadas de alguna manera; a través del juicio (bonita/fea/gorda/flaca/mojigata/puta), a través del abuso o a través de la manipulación, entre tantas otras formas, y de tan diversas intensidades, ya que sé que lo que me pasó a mi no se compara bajo ningún punto con los tipos de abusos que otras han debido experimentar.

Y es que es fácil juzgar cuando nada te ha pasado, o cuando no compartes las formas o los principios, cuando tus valores son otros o cuando la vida te ha bendecido con la suerte de no haber sido violentada.

Ahora entiendo y agradezco que ellas peleen por mi y por todas, las de hoy y mañana, las mártires y las que ya no están, y que se atrevan a sacar esa fuerza guerrera femenina, entendiendo que no somos mejores que los hombres, sino que queremos ser apreciadas y tratadas como iguales, porque eso es lo que somos.

Ahora agradezco también que ellas lleven su lucha al extremo, para ojalá más pronto que tarde podamos llegar al equilibro.

Por ti, por mi y por todas.

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